A pesar de la presencia del dolor en casi todas las enfermedades del ser humano, aún no se evalúa con técnicas capaces de medir objetivamente su intensidad. Hasta la fecha, se usan métodos subjetivos, cuya interpretación médica a veces pueden llevar a diagnósticos erróneos. Por este motivo, resulta muy necesario dar con la fórmula para analizar el dolor con parámetros absolutamente objetivos. Pero, ¿es posible medir objetivamente el dolor?
La compañía israelí Medasense Biometrics tiene la respuesta, y es afirmativa. Ha encontrado la manera de resolver el problema con un sistema no invasivo, basado en un sensor que se coloca en un dedo del paciente y que recoge síntomas fisiológicos relevantes. A partir de una serie de algoritmos de inteligencia artificial son capaces de traducir estos datos en un índice de dolor creado por esta compañía, que se actualiza de forma continua y en tiempo real. Los médicos pueden consultar esta referencia en un monitor ubicado junto a la cama del paciente.
La importancia de contar con un sistema de evaluación objetivo y exacto del dolor es notable. Para ilustrar la dimensión del problema, basta con ver como sólo en Estados Unidos se estima que cada año un 40% de los 30 millones de pacientes quirúrgicos experimentan dolores severos después de una operación y uno de cada diez sufre efectos secundarios a causa de medicaciones para el dolor. Y sucede que alrededor de 17.000 personas mueren cada año debido a sobredosis de analgésicos.
La compañía fue fundada en 2008 por Galit Zuckerman, su actual CEO, y tiene su sede en Ramat Gan, a las afueras de Tel Aviv.
Lo que Medasense ha desarrollado es un sistema que ayuda a ver el dolor en pacientes que no son capaces de hablar en esos momentos por sí mismos. Su producto estrella se llama PMD-200 y está enfocado para su uso en salas de cirugía, donde los pacientes normalmente están bajo anestesia.
Medasense lleva trabajando en el producto durante bastantes años, con pruebas desde el año 2010. Como sucede con cualquier dispositivo médico, este tipo de proyectos requiere un tiempo considerable para realizar los test adecuados y pasar por la aprobación de autoridades públicas de salud.
El PMD-200 aún está en periodo de ensayos clínicos en Israel, Europa, Estados Unidos y Canadá. La compañía espera empezar a comercializar el sistema en Europa a lo largo de este año y abrir nuevos mercados por todo el mundo a partir de entonces.
Zuckerman explica que la idea para desarrollar este dispositivo la tuvo al escuchar historias de su madre, una enfermera, de pacientes bajo anestesia durante operaciones quirúrgicas que se despertaban por los dolores tan intensos que sufrían. Esta emprendedora quería encontrar un método para monitorear el dolor de aquellos que no pueden expresarse por sí mismo, pero no solo pacientes en la sala de operaciones. Para Zuckerman, el objetivo de su compañía a largo plazo es introducir una revolución en la forma en la que los médicos gestionan el dolor hoy en día, reducir el sufrimiento de los pacientes y evitar los efectos secundarios de los analgésicos. En definitiva, de personalizar la forma en la que se gestiona el dolor en la medicina.