En la nueva era de la conducción, con vehículos que avanzan solos y están conectados entre sí, surge un peligro latente que es causa de alarma: cualquier hacker con un ordenador portátil y las habilidades suficientes de programación podría potencialmente hackear un coche y hacerse con el control del volante, los frenos y la aceleración. Es uno de los riesgos más complejos a los que debe de hacer frente la industria del automóvil en esta revolución tecnológica.
Todos los sistemas de un automóvil que están conectados a una red externa, como puede ser su GPS o su plataforma de ‘infoentretenimiento’, representan un riesgo para la seguridad. La industria y los expertos en automoción calculan que el 90 por ciento de los automóviles estarán conectados en algún grado antes de 2020. Un informe de Ernst & Young apunta la urgencia de avanzar hacia la protección avanzada.
En Israel, donde sus compañías están protagonizando el asalto a la conducción autónoma, con Mobileye a la cabeza, surgen también firmas especializadas en ciberseguridad que quieren aportar soluciones a este problema. Tal es el caso de Karamba Security, una startup israelí, que asegura tener la clave para evitar el acceso indeseado de hackers. La compañía impide que los piratas informáticos accedan al sistema de control de un automóvil utilizando un software que sella las unidades de control electrónico más críticas del coche. Cualquier intento de acceso a estas unidades que no coincidan con los ajustes originales de fábrica del automóvil quedará automáticamente bloqueado.
A principios de este mismo año, la compañía anunció que se asociaba con VEDECOM, un instituto francés de colaboración público privada para avanzar hacia la movilidad sostenible. Esta colaboración llevará a Karamba Security a convertirse en una de las primeras compañías de ciberseguridad en integrar su tecnología en vehículos autónomos disponibles en el mercado. Los primeros automóviles en incorporar los sistemas de protección de Karamba se lanzarán al mercado a lo largo del presente año y del próximo 2018 en Francia, Alemania, Italia, Portugal y los Países Bajos. Mientras tanto, 17 fabricantes de automóviles prueban la tecnología de Karamba, que está inmersa en un proceso de patentes.
La necesidad de blindar la seguridad de los automóviles es un desafío totalmente distinto al que presentan los portátiles, servidores y teléfonos móviles, en los que el objetivo del hacker son la inutilización o el robo de datos. Cuando se produce un ciberataque a un vehículo en movimiento se está generando un peligro mortal, tanto para los ocupantes del coche como para otras personas en el entorno del mismo. En este contexto, el software antihackeo convencional no sirve: puede resultar demasiado lento o ineficaz para evitar un incidente de consecuencias catastróficas.
“Hacer frente a la seguridad de los conductores, acompañantes y otros ocupantes de la vía, y no sólo a la seguridad de los datos, requiere métodos diferentes a las tecnologías que protegen los servidores y las redes empresariales”, explica el director ejecutivo y cofundador de Karamba Security, David Barzilai. Su firma, que empezó su actividad hace dos años, tiene su sede en la localidad israelí de Hod HaSharon, pero también cuenta con instalaciones en una de las mecas del motor mundial, Detroit (Estados Unidos). Barzilai ahonda en el enfoque de su compañía: “Usar el aprendizaje automático y la inteligencia artificial para identificar el malware después de que los piratas informáticos se hayan infiltrado en el coche no es suficiente. El punto de partida debe centrarse en prevenir un ataque cuando los hackers intentan penetrar el sistema”. El objetivo es incorporar de fábrica una protección en las unidades de control electrónico del vehículo frente a códigos externos.[:]