El estudio del Centro de Información Nacional de Coronavirus, dependiente del Ejército, dice que los contagios por COVID-19 están aumentando en un 8% diario y que el número de pacientes activos se duplica cada nueve días.
Y, para prevenir una segunda ola, el gabinete del gobierno encargado de la gestión de la pandemia ha decidido aumentar la sanción por no llevar mascarilla, alrededor de 140 dólares, está preparando nuevos cierres parciales por zonas y ha advertido a centros hospitalarios para que se preparen para la eventualidad de tener que ofrecer respiración asistida a unos 2,000 infectados y que reabran sus pabellones de COVID-19.
El número de diagnosticados en Israel sobrepasa los 21,000, de los que hay más de 5,000 casos activos, 42 en situación grave y 27 en respiración artificial. Hasta ahora ha habido 307 fallecidos. Después de un mes de desescalada, en el mes de junio el gobierno israelí permitió la apertura parcial de diferentes negocios y atracciones, así como de centros educativos, ha habido un repunte en los casos de COVID-19.
El ministro de Sanidad israelí, Yuli Edelstein, afirmó que Israel no va a volver al cierre total, pero sí a un cierre parcial, sin especificar aún los detalles. Dijo que hay centros urbanos que serán declarados zonas restringidas para “romper con la cadena de contagios”.
Los números muestran una tendencia ascendente, de 200 a 300 nuevos casos diarios y el Centro de Información advirtió de posibles brotes en las ciudades de Arara BaNeguev, la ortodoxa Bnei Brak, la ciudad árabe de Um al Fahem y la ciudad costera de Bat Yam.
Hay especial preocupación por la ciudadanía de Bat Yam, donde el alcalde ya ha pedido de nuevo el cierre de las playas, y donde la población es relativamente más mayor comparada con las demás ciudades en riesgo.
La unidad del Ejército responsable del informe apoya el uso de la contestada tecnología de vigilancia usada en programas de vigilancia antiterrorista a través de las aplicaciones o teléfonos móviles para reducir el contagio. El jefe del Shin Bet, el servicio de seguridad interna israelí se ha opuesto al uso de esta tecnología, que permitiría el acceso a datos sensibles de la ciudadanía para detener a portadores de coronavirus, según filtraciones periodísticas.
El aumento de nuevos casos de COVID-19 ha levantado las voces de alarma sobre una “segunda ola” y una filtración del mismo informe advertía durante el fin de semana que Israel podría tener en breve miles de nuevos casos y cientos de muertes si no se tomaban medidas inmediatas para contener la pandemia.
Sin embargo, el conocido epidemiólogo y profesor de la Universidad Hebrea de Jerusalén Hagai Levin, puso en cuestión el estudio, “realizado por militares y no epidemiólogos” y lo tildó de alarmista.