El confinamiento impuesto por la pandemia de coronavirus COVID-19 ha separado a mayores de jóvenes precisamente para proteger a los ancianos de ser contagiados, pero también dejándolos solos en los peores momentos. Ahora, la tecnología no solo ayudaría a mantenerlos en contacto sino también a cuidar su salud por medio de relojes vigilantes.
Se sabe que la soledad es una de las enfermedades sociales que más frustración causan por la dificultad en aliviarla y la idea de Gil Tsafrir, presidente de la start up médica israelí Owlytics, ha sido echar una mano para que los ancianos no experimenten el aislamiento como soledad necesariamente y en caso de peligro físico, reciban ayuda de inmediato. El invento es un reloj inteligente, que utilizan personas de la tercera edad que viven independientemente o en residencias de la tercera edad.
“Somos una compañía de salud digital y nuestra especialidad es el manejo de datos”, explica Tsafrir. “Lo que hacemos es recoger datos a través del reloj, datos fisiológicos, motores, de la calidad del sueño, etc., y los almacenamos y aprendemos los patrones de comportamiento de cada usuario. Esos datos son transmitidos de manera fluida y constante y si algo cambia en el patrón del paciente, lo que conocemos como su normalidad, su cuidador sanitario es alertado inmediatamente”.
Los cuidadores pueden ser los sanitarios de la residencia de ancianos, si es que allí se encuentra, o una central médica si la persona vive independientemente o sus familiares. En sus monitores reciben la información del paciente, vitales, incluso antes de que se haya producido una caída, pues detecta las anomalías sistémicas y las transmite. También advierte al usuario, por ejemplo, si la medicación que está tomando le está causando alguna consecuencia indeseada.
Caídas, el mayor trauma
Según las estadísticas, un tercio de los ancianos de los países desarrollados se caen una vez al año. Esto sucede porque la expectativa de vida es mayor y, con ella, las caídas aumentan, por motivos diversos, ligados al modo de vida, a la ingesta de medicación y más.
Tsafrir señala que las caídas son “acontecimientos muy dramáticos, la propia caída, el estar solos hasta que llega ayuda, el ingreso hospitalario… Por no hablar del costo: en Estados Unidos cada año se gastan 50 mil millones de dólares solo en caídas de ancianos”.
La actual pandemia no ha ayudado a esta situación. Por eso la empresa ha creado un servicio privado llamado “Watcher”, vigilante, al alcance de casi cualquier bolsillo (unos 43 dólares al mes en Israel).
Las caídas son un acontecimiento sistémico, que antes de producirse, da señales de alarma. El usuario también puede activarla por su cuenta, pero no es imprescindible. El reloj también da información de audio y posibilita utilizarlo como teléfono.