“Pase lo que pase, Siria tiene que reconstruirse desde cero”

En ningún país involucrado en la primavera árabe se ha logrado la estabilidad. Aunque cada caso tiene sus particularidades, ¿es posible identificar una tendencia que explique el fracaso de esos procesos revolucionarios?

Al final, no fueron revoluciones populares. Cuando hay una revolución popular, o cuando hay un movimiento político que persiga algún cambio, puede que no haya mucha preparación, pero al menos hay una idea económica, social y política. En cambio, esto fue la reacción espontánea de la población joven en las redes sociales contra 30, 40 o 50 años de no solo dictadura, sino –y especialmente– en contra de su situación social y la falta de oportunidades. Esta reacción no pudo prosperar porque no estudiaron en qué escenario se actuaba.

”El caso de Egipto es el más paradigmático. Era obvio que ahí había una situación de dictadura de muchos años. La gente salió a la calle y obtuvo, entre comillas, el éxito, porque, si bien lograron llamar a elecciones, no calcularon qué pasaría en ellas, cuando solo había un partido organizado, que eran los Hermanos Musulmanes.

”Quienes detentaron el poder por 50 años, cuando vieron que los Hermanos no cumplían sus promesas y el descontento seguía igual, decidieron volver a la realidad de los últimos 50 años. Al final hubo un golpe de estado durísimo, que ni siquiera se calificó como tal . No solo no fue primavera, sino que empezó en invierno y terminó en invierno”.

¿La actitud adoptada por Occidente, en especial EE. UU., con el golpe contra Mursi, es una prueba de que la situación previa a la primavera le convenía más?

Más que de Occidente, hay que hablar de los cinco países que tienen veto en el Consejo de Seguridad de la ONU. Yo creo que ellos no tenían ningún problema con la primavera árabe, en la medida que esos países siguieran respetando ciertos acuerdos. Con Mursi, lo que veían es que él quizá no podría cumplir con esas alianzas y que la gente seguía en la calle.

”Así que con ese golpe hacen lo mismo que hoy en Siria: miran al costado y demuestran que las organizaciones a las que les compete actuar, en este caso el Consejo de Seguridad, están obsoletas como instituciones pragmáticas de acción”.

Siria ha sido la mayor prueba de esa incapacidad de la ONU…

Lo de Siria ha sido una grosería. En dos años se llevan más de 100.000 muertos. De acuerdo con las definiciones de la convención de genocidios, ahí hay un genocidio. Ya no es una guerra civil: es una parte intentando exterminar a la otra y viceversa. El Consejo de Seguridad no logró ninguna resolución para impedir que siguieran los muertos.

”Cuando se rasgaron las vestiduras por las armas químicas ya se llevaban 100.000 muertos. ¿Por qué no lo hicieron antes? Eso es absurdo. Lo que nos demuestran a nosotros, especialmente a los latinoamericanos y demás países chicos, es que si hoy o mañana tenemos algún tipo de desgracia, no hay ningún organismo en el mundo que evite que eso suceda. Eso es una durísima lección para todos”.

¿Se podría avisorar un cambio en el funcionamiento de la ONU?

Que los cinco países del Consejo acepten que entre un sexto o un sétimo con los mismos derechos, quizá lo veamos algún día, pero en el futuro cercano no lo veo posible. Ellos no pueden terminar un conflicto, pero eso es también poder.

¿Se han fortalecido los grupos extremistas con este polvorín en Medio Oriente?

Normalmente, cuando no se resuelve un conflicto siempre salen fortalecidos los que no quieren que se resuelva. El conflicto en Siria no es solo político, sino que tiene profundísimas raíces religiosas. El enfrentamiento entre chiitas y sunitas en Medio Oriente es muy grave, pero en Siria tiene una gravedad adicional: los alauitas, una pequeña secta a la que pertenece la familia de al-Asad, están convencidos de que si pierden la guerra o llegan a una tregua, antes de que pasen las primeras 48 horas los van a exterminar. Pero la otra parte piensa lo mismo: que si los alauitas ganan y siguen en el poder, van a tomar una serie de represalias.

”Siria está destruida. Es tan abominable lo que ha pasado que, pase lo que pase, se tiene que reconstruir de cero un país entero. No necesitamos grandes lecciones para saber que de eso se benefician al final muy pocos”.

Aunque es difícil establecer en Siria cuál escenario es menos malo, ¿qué opina del giro que tomó el conflicto con el desarme químico? ¿Fue mejor que el posible ataque de Estados Unidos?

La amenaza de invasión que mayormente hizo Estados Unidos nunca sonó muy cierta. Siempre sonó a tirar la piola lo máximo posible a ver qué conseguía del gran aliado que tiene Siria, que es Rusia y en menor medida China.

Cuando Rusia logra el arreglo, tanto ellos como EE. UU. y la Unión Europea, saben perfectamente que esta guerra civil, mientras se vayan destruyendo las armas, va a seguir y los muertos seguirán. Me parece que la solución es muy hipócrita para toda la gente de a pie, que son los que mueren, porque a los que están haciendo la guerra no los roza ni una bala. Pero era obvio que bombardear tampoco era la solución. Todo parecía poco serio.

¿Ve posible una victoria de los rebeldes?

Así como están planteadas las cosas, es muy difícil porque el acuerdo que se hizo para destruir las armas químicas necesita al responsable para destruirlas, y ese es el gobierno de al-Asad. Así que no da la impresión que quienes apoyaban a los rebeldes los sigan apoyando. Podrán seguir haciendo ataques, atentados, pero no parece posible una victoria…

Pinchar para acceder al link original de la entrevista

Por Diego Jiménez F. – La Nación