¿Debemos hacer lo que de verdad queremos en nuestro trabajo, incluso aunque no seamos los más talentosos? ¿Debemos insistir en perseguir nuestro sueño o garantizarnos un buen sustento? Según un reciente estudio, la mejor opción es dejarnos guiar por nuestra pasión.
Un alto porcentaje de trabajadores está a disgusto con lo que hace. Más de un 70 por ciento de estadounidenses se sienten frustrados con sus trabajos, según una encuesta de Gallup. Los trabajadores, ya sean hombres o mujeres, se muestran con más falta de compromiso y sin entusiasmo que nunca.
Un equipo de investigadores de la Universidad de Tel Aviv, liderados por el doctor Daniel Heller y la doctoral Shoshana Riza (del prestigioso London School of Economics), ha determinado que tener pasión por algo y ganarse la vida no tienen por qué estar reñidos. Se retroalimentan. Los jóvenes con pasión por su vocación tienen más probabilidades de tener éxito, tarde o temprano, y satisfacer ambas necesidades, la personal y la profesional, sin importar su inherente talento, porque toman riesgos, persisten y aceptan trabajos en sus campos elegidos.
“Teniendo en cuenta la realidad económica actual, la gente generalmente se enfrenta a la disyuntiva de tomar decisiones que afectan a sus carreras, y lo hacen o bien con el corazón, o bien con la cabeza”, argumenta Heller. “Queríamos examinar a las personas que optaron por seguir carreras más desafiantes, como las relacionadas con las artes, y evaluar sus posibilidades de hacerlo con éxito”.
En el estudio, Heller y Riza encuestaron a 450 estudiantes de música de secundaria matriculados en dos programas veraniegos norteamericanos de élite en su campo, entre 2001 y 2012, periodo en el que pasaron de adolescentes a adultos, y finalmente a músicos profesionales.
“Encontramos que los participantes con vocaciones más fuertes hacia la música en la adolescencia eran propensos a estimar sus habilidades musicales de forma más favorable y tenían más probabilidades de dedicarse a la música profesionalmente cuando llegaran a adultos, independientemente de su habilidad musical real”, remarca Heller.
Aquellos que, según recoge el estudio, siguieron sus carreras profesionales en la música ganan de media unos 12.000 dólares menos que los que simplemente siguieron sus intereses musicales fuera de sus trabajos, mostrando que las dificultades en perseguir los sueños siguen siendo evidentes. En cualquier caso, aseguran estar igual o más satisfechos con sus vidas y sus trabajos que aquellos que no se dedican profesionalmente a lo que les gusta.
Esto permite a los investigadores concluir que para aquellos con fuertes vocaciones, las recompensas personales pesan más que las profesionales, como por ejemplo, el salario. Esta conclusión juega un papel fundamental en las sociedades contemporáneas, donde un muy bajo porcentaje de trabajadores se siente satisfecho con lo que hace cada día.