Una historiadora israelí de la Universidad Hebrea de Jerusalén ha comparado los nombres mencionados en el Libro de Jeremías con los que aparecen en artefactos arqueológicos de la época en la que se cree que vivió el profeta, entre el sexto y séptimo siglo antes de Cristo.
Los historiadores consideran el descubrimiento de inscripciones antiguas con nombres que se mencionan en la Biblia como una herramienta importante que apuntala la veracidad de las narraciones.
En los últimos años Mirta Gloub, quien estudió ingeniería computacional y después arqueología, ha introducido una novedad en el estudio de los nombres: no se ha centrado en nombres específicos sino en características y tendencias generales aplicando estadísticas y métodos cuantitativos para analizar los datos arqueológicos.
La arqueóloga indicó que ha encontrado muchos nombres bíblicos del período del primer templo, también conocido como la Segunda era del hierro, que han proporcionado datos novedosos.
Nombres bíblicos que acercan el relato a la historia
La investigadora ha examinado nombres impresos en artefactos excavados, cadáveres y libros, en búsqueda de la mayor cantidad de nombres. Registró origen geográfico, afiliación política, fecha y el tipo de artefacto, ya fueran jarrones, pulseras, sellos… Se fijó también en los nombres que presentaban un sufijo o prefijo con referencia a lo divino, algo que comenzó a hacerse popular entre los judíos del
tiempo del primer templo y a continuado siéndolo hasta ahora. Por ejemplo, nombres como Daniel (siendo “el” el prefijo que se refiere a la deidad).
En el caso del Libro de Jeremías, la arqueóloga comparó 92 nombres del libro con 367 nombres de artefactos excavados. Encontró que 63% de los nombres del primer grupo contenían un elemento judaístico, es decir, una referencia al nombre específico del Dios de los judíos. El 10% de los nombres incluía el nombre de Dios en sí, el 7% presentaba un elemento teofórico abreviado (como Shema, abreviación de Shema’yahu, nombre de Dios), el 3% estaba constituido por nombres con otros nombres divinos. Y señaló que la distribución de las categorías del otro grupo era
muy similar tanto en temas como en porcentajes.
La arqueóloga señaló en el estudio publicado al respecto en la revista Israel Exploration Journal que el grupo de nombres mencionado en el libro bíblico corrobora lo que las excavaciones arqueológicas de la época sugieren, lo cual acerca narración y hechos históricos.
Los descubrimientos de Golub apuntan también a que el uso de patronímicos durante la Segunda edad del hierro era más prevalente en el reino de Judea que en el de Israel. La Biblia cuenta que ambos reinos estaban unidos por la monarquía de David y Salomón, pero este tipo de descubrimientos señalan que tal vez esos reinos no estaban tan unidos.
La profesora puso en marcha en 2018 una base de datos abierta en internet llamada Onomasticon, que incluye nombres encontrados en los artefactos arqueológicos de la región y sus características, Gloub la actualiza con nuevos hallazgos y tecnologías que ayudan a descifrar inscripciones antes ininteligibles. De este modo, los nombres de las personas que vivieron hace miles de años van arrojando luz a las conexiones entre la arqueología y la Biblia.
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