Líderes religiosos condenan en Jerusalén el atentado en una sinagoga, el más sangriento en años

Ocurrió el martes por la mañana. Cuatro judíos israelíes murieron en el ataque perpetrado por dos terroristas palestinos contra una sinagoga de Har Nof, un barrio en el noroeste de Jerusalén.

Un policía que resultó herido de gravedad falleció horas después en el hospital. Los dos supuestos agresores también murieron a manos de las fuerzas de seguridad. Además, otras siete personas resultaron heridas de diversa consideración.

Ante este trágico suceso, los líderes religiosos de Jerusalén (cristianos, musulmanes y drusos) visitaron ayer la sinagoga de Har Nof para promover la paz y la libertad religiosa en Tierra Santa, según informó el Patriarcado Latino en su web.

Antes de ir todos juntos al lugar de los hechos, la delegación fue recibida por la oficina de Culto del Ministerio del Interior de Israel. “Apreciamos vuestro gesto”, señalaron desde esta entidad ministerial.

“Venimos como líderes religiosos a un lugar de oración, por lo tanto, a un lugar sagrado”,dijo el patriarca latino de Jerusalén, Fouad Twal. “Estas personas han sido asesinadas mientras estaban rezando”, lamentó, y apuntó que “cada lugar de culto, sea de la religión que sea, debe ser protegido“.

Frente a la sinagoga, los líderes religiosos manifestaron sus condolencias a la comunidad judía, y condenaron los actos de violencia. Asimismo, rechazaron firmemente el terrorismo y la barbarie cometidos en nombre de una religión.

Por su parte, el papa Francisco condenó como “inaceptable” el ataque a esta sinagoga de Jerusalén e instó a tomar “decisiones valientes” para lograr la reconciliación y la paz en Tierra Santa.

“Sigo con preocupación el alarmante incremento de la tensión en Jerusalén y otras zonas de Tierra Santa, son episodios de violencia inaceptables que no respetan ni siquiera los lugares de culto”, lamentó el Papa.

Lo cierto es que tras la escalada de tensión en Jerusalén, que ha culminado con este sangriento atentado, el más duro desde 2008, israelíes y palestinos temen que la actual ola de violencia y acusaciones desemboque en una guerra religiosa.

El primer ministro, Benjamin Netanyahu, ha prometido “mano de hierro” contra el terror y se han incrementado las medidas de seguridad en Jerusalén para intentar mantener la calma en los días posteriores a este atentado.