Las negociaciones nucleares con Irán avanzan, pero persisten dudas sobre las intenciones de Teherán

Avanzan las rondas de encuentros entre Irán y las grandes potencias, enmarcadas en las negociaciones nucleares que buscan limitar la capacidad de Teherán en este terreno y evitar que desarrolle arsenal atómico.

Esta semana la cita tuvo lugar en Viena, donde representantes del G5+1 (Estados Unidos, Rusia, China, Francia y Reino Unido, más Alemania) y del régimen de los ayatolás escenificaron la voluntad de las partes por llegar a un acuerdo sobre el polémico programa nuclear iraní. Al respecto, las potencias mundiales ya se han resignado a que Irán no abandone la tecnología nuclear, siempre que sea para usos pacíficos, mientras que este país pretende convencerles de que sus objetivos no son militares.

Es la tercera ronda desde que Teherán aceptó en noviembre congelar una parte de sus actividades atómicas a cambio de que se levante una parte de las sanciones económicas. El objetivo es llegar al acuerdo en julio tras una década de contencioso.

Los contactos incluyeron un encuentro bilateral entre Estados Unidos e Irán, dos países sin relaciones diplomáticas. Al término, el viceministro de Exteriores de Irán, Abás Araqchi, destacó la importancia de los contactos con Washington, debido al hecho de que muchas de las sanciones impuestas a Irán han sido decididas por ese país.

Pero lo cierto es que mientras estas conversaciones siguen su curso, persisten las dudas sobre la naturaleza de los desarrollos en materia nuclear que está realizando Irán y las intenciones de su aplicación. El secretario de Estado de EE.UU., John Kerry, ha apuntado que Irán dispone de material suficiente para desarrollar la bomba atómica en dos meses. Tanto el país norteamericano como sus aliados, especialmente Israel, temen que bajo el paraguas de un supuesto programa civil, las actividades nucleares de Irán tengan en realidad objetivos militares.

Por su parte, los representantes europeos del grupo negociador, con la responsable de la política exterior de la Unión Europea, Catherine Ashton, a la cabeza, apuntan que en la próxima etapa del diálogo multilateral “se tratará de tender puentes sobre las diferencias en todos los aspectos clave”, reconociendo que “se necesitará mucho trabajo intenso para superar estas divergencias que, naturalmente, aún existen a estas alturas del proceso”.

Al mismo tiempo, un alto funcionario estadounidense reconoció que las posiciones siguen muy alejadas y afirmó que “no está claro si se podrán superar las diferencias. Que nadie crea que un acuerdo es inminente o que será fácil. No vamos a correr hacia un mal acuerdo”.

En los primeros contactos para avanzar hacia el acuerdo, Teherán aceptó suspender todo el enriquecimiento de uranio mayor a 5% y comenzar a deshacerse de sus reservas de uranio enriquecido al 20%, a cambio de que las potencias aflojen algunas de las sanciones económicas. Ahora, hay que definir cuántas centrifugadoras para enriquecer uranio podrá mantener Irán y qué hará con todas sus reservas de material nuclear.  También entra en el debate el futuro del reactor de agua pesada de Arak, en construcción, y con capacidad de producir plutonio, material de posible uso militar.

Un nuevo punto de fricción para el acuerdo es el contrato que Irán pretende alcanzar con Rusia para venderle 500.000 barriles diarios de petróleo, cifra que excede los límites de exportación pactados con las potencias mundiales al principio de las negociaciones.