El ex jefe del ejército, Abdel Fatah al Sisi, que destituyó al presidente islamista Mohamed Morsi y lanzó una fuerte represión contra sus partidarios, tiene asegurada la victoria en las elecciones presidenciales del próximo lunes y martes, después del año más mortífero en la historia moderna de Egipto.
De momento, Sisi ya obtuvo el 94,5 por ciento de los votos de los egipcios residentes en el extranjero, frente a un 5,5 por ciento de su contrincante, el izquierdista laico Hamdin Sabahi.
El mariscal retirado encarceló hace casi 11 meses al único jefe de Estado elegido democráticamente del país árabe más poblado del mundo, medida que lo ha hecho extremadamente popular entre una gran mayoría de los 86 millones de egipcios.
Está tan seguro de su victoria que no se ha molestado en hacer campaña electoral, limitándose a algunas apariciones de varias horas en la televisión o a dar entrevistas a medios de prensa complacientes con la ‘Sisimanía’ que se ha adueñado del país.
Así las cosas, Egipto se dispone a ungir al hombre fuerte del país, Abdel Fatah al Sisi, como la persona llamada a devolver la estabilidad a un pueblo cansado de elecciones y tumultos que no han logrado enderezar el rumbo del país en más de tres años.
Para muchos egipcios, aquellos quienes le votarán en las elecciones del 26 y 27 de mayo, se trata simple y llanamente del hombre que salvó al país de los Hermanos Musulmanes. Para los otros, Al Sisi es más de lo mismo, un regreso a los tiempos de la autocracia tutelada por el Ejército, con libertades restringidas y escaso afecto por la democracia.
En frente, Hamdin Sabbahi (Kafr El Sheij, 1954) es el único candidato que se mide al mariscal al Sisi en las elecciones presidenciales. Ante este gran reto y las mínimas posibilidades que tiene de ganar, Sabbahi se muestra tranquilo y confiado, apoyándose en su experiencia y en todos aquellos grupos políticos y ciudadanos corrientes –muchísimos jóvenes– que rechazan el regreso definitivo a una dictadura en Egipto.
Mientras tanto, el Tribunal Penal de El Cairo ha condenado al expresidente egipcio Hosni Mubarak a tres años de cárcel por apropiación indebida de fondos públicos. Se trata de en un caso relacionado con el presupuesto de los palacios presidenciales.
La seguridad, como tema central y principal preocupación de los ciudadanos egipcios, ha ocupado a lo largo de la campaña electoral los discursos de los dos únicos candidatos a la presidencia de Egipto.
La inestabilidad política en Egipto, agudizada desde la destitución militar de Mohamed Mursi el pasado julio, ha venido acompañada por los crecientes ataques terroristas contra miembros de la Policía y las Fuerzas Armadas, que han dejado decenas de muertos y heridos en diferentes puntos del país.