El acuerdo preliminar alcanzado entre Irán y las grandes potencias mundiales en Ginebra establece la congelación del programa nuclear iraní durante seis meses, tiempo en el que se intentará llegar a un acuerdo global y definitivo. Pero a pesar de que entre las condiciones se permite a Irán enriquecer uranio al 5% -un umbral muy lejano del necesario para el uso militar- ninguno de los puntos acordados impide a Irán retomar más adelante la senda de la proliferación nuclear.
Inmediatamente el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, aseguró que el acuerdo nuclear con Irán es un “error histórico. Hoy el mundo se ha convertido en un lugar mucho más peligroso”. El problema para Israel es que se le haya dado credibilidad a Irán y a sus nuevos líderes políticos. Para Netanyahu, el régimen iraní está dedicado a destruir Israel, y su trabajo como primer ministro es impedir que Irán desarrolle una capacidad militar nuclear.
Para Irán, que ha estado desde 2006 sujeto a sanciones de las Naciones Unidas que han impactado notablemente su economía, el centro de las negociaciones fue conseguir suavizar las sanciones financieras de la comunidad internacional para levantar su economía. En este sentido, el acuerdo significa un gran triunfo para el pueblo iraní, que recibió como héroes a sus negociadores.
Las autoridades de Irán confirmaron el lunes que los bancos de Estados Unidos liberaron 8 millardos de dólares en activos de cuentas iraníes que estaban congeladas. A pesar de que el ministro francés de Asuntos Exteriores, Laurent Fabius, aseguró que la suspensión de las sanciones será “limitada, calibrada y reversible“, la Unión Europea procederá a suavizar las sanciones en diciembre.
El acuerdo final
La opción más clara que tiene Israel es presionar a Obama sobre los términos finales del acuerdo con Irán. Netanyahu no puede solo confiar en la cautela diplomática con la que las potencias están negociando. En estos momentos, Israel debe optar por el pragmatismo y durante los seis meses de las negociaciones finales asegurar la prohibición de enriquecer uranio por parte de Irán.
El presidente Obama llamó por teléfono el domingo a Netanyahu para aligerar las tensiones y buscar una solución satisfactoria. En la conversación, acordaron que Israel enviará una delegación encabezada por su asesor de seguridad nacional, Yossi Cohen, para discutir sobre las condiciones definitivas del acuerdo final con Irán, y aclaró que como objetivo final el acuerdo debe asegurar “el desmantelamiento de las capacidades militares nucleares de Irán”.
La posición de Israel es consistente con Netanyahu en cuanto a que el camino de la diplomacia no es suficiente para garantizar un mundo más seguro ni la existencia misma de Israel. Es vana la amenaza de que si los iraníes incumplen se reinstaurarían las sanciones. Una vez que las corporaciones y empresas alrededor del mundo empiecen a hacer negocios con Irán, será muy difícil dar marcha atrás y habrá que encontrar otra vía para contener las ambiciones iraníes.