La guerra de los drones: ciberseguridad frente a los hackers

drone seguridad

Con la revolución del Internet de las Cosas –esto es, los objetos de uso cotidiano conectados a Internet– mucho se escribe sobre las posibilidades que se abren para los usuarios y para el mercado tecnológico. Pero poco se habla de los agujeros de seguridad y los riesgos que se ciernen. En este sentido, entre los dispositivos que están experimentando una mayor expansión en el mercado se encuentran los drones, sistemas de vuelo dirigido a distancia. Es fácil adivinar qué riesgos entrañan estas aeronaves si su control en hackeado. Por ello, es urgente desarrollar sistemas de protección y seguridad para la industria de los drones. Con este objetivo, la startup israelí Regulus Cyber trabaja desde hace un año para responder a la necesidad de proteger a los drones.

Los vehículos aéreos no tripulados ya se utilizan en sectores tan diversos como la agricultura, la construcción, la cartografía en 3D o el comercio electrónico. Por ejemplo, Amazon ha desarrollado su propio servicio de entrega aérea llamado Prime Air, mientras que la compañía israelí Flytrex ofrece soluciones de envío de paquetería para empresas mediante drones. Las expectativas generadas entorno a la industria de los drones son enormes, estos aparatos ofrecen una gama extensa de posibilidades, pero pueden ser peligrosos si los hackers se hacen con su control remoto.

Afortunadamente, la startup israelí Regulus Cyber está desarrollando una solución para proteger a los drones comerciales de las amenazas cibernéticas. Su idea  tiene como objetivo evitar que los hackers se entrometen en los sistemas de navegación, comunicación y computación de los drones, de modo que sus legítimos propietarios puedan estar tranquilos de que sus naves se mantendrán en la ruta programada.

Los riesgos son evidentes. Hace unos meses, un Boeing 737 se acercó a una pista de aterrizaje en Mozambique, cuando un drone no tripulado se estrelló contra su fuselaje. Durante el último año, se han reportado numerosos incidentes de este tipo con naves no tripuladas, como el ocurrido en una instalación nuclear, o en el Empire State Building de Nueva York, cuando un drone se estrelló contra una ventana del famoso edificio de oficinas. Algunos de estos incidentes pueden achacarse a simples aficionados de la aviación no tripulada que perdieron el control de sus pequeñas naves, pero es un síntoma de lo que está por venir conforme se desarrolle esta industria. Para los expertos, la rebelión de las máquinas está a la vuelta de la esquina, y no se necesita un gran desembolso para participar en ella.

Según un informe reciente, una de las amenazas más grandes de la ciberseguridad para el año 2017 serán los drones utilizados como armas. Y cuesta muy poco. Por ejemplo. Un drone AR de Parrot cuesta menos de 200 dólares, y puede ser hackeado o secuestrado fácilmente. Puede ser una excelente arma en manos de un pirata irresponsable o hasta de un terrorista. La propia compañía israelí ha demostrado que es muy fácil hacerse con el control de aparatos más complejos. Y lo ha hecho hackeando un drone de 8.000 dólares con un sencillo dispositivo de 40 dólares y en siete minutos. Así que “es cuestión de tiempo que veamos noticias en los telediarios de drones secuestrados utilizados para lanzar ataques”, recuerdan desde la empresa de ciberseguridad, dirigida por Yonatan Zur desde Tel Aviv, fundada en 2016.