El acuerdo alcanzado en Ginebra entre Irán y las potencias mundiales ha dejado tal cantidad de interrogantes sobre la mesa que es difícil imaginar cuánto hay de verdad en las intenciones de Teherán y cuánto de fabulación.
Esta duda es la consecuencia clara de las acciones y declaraciones del gobierno iraní, que ha mentido reiteradamente a EEUU y Europa. De ahí el miedo que se ha instalado en muchos, llenos de dudas con respecto a la credibilidad que tiene Rohaní, siempre dispuesto a hacer de gala de sus buenas maneras frente a los medios de comunicación, mientras deja que sean otros los que se manchen las manos con el barro de las amenazas y acusaciones.
Sin ir más lejos, hace menos de una semana el líder religioso de Irán, Alí Hoseiní Jameneí (no olvidemos ostenta un cargo por encima de Rohaní y es el que finalmente toma las decisiones), declaraba que “Israel está condenado a desaparecer”.
La hemeroteca tampoco juega en favor de los iraníes. Sólo el pasado año, Jalili, entonces secretario del Consejo supremo para la seguridad nacional de la República Islámica, se vanagloriaba de haber engañado a la inteligencia británica “en busca de proteger sus instalaciones nucleares e intereses económicos”. Los medios de comunicación oficiales del régimen tampoco se han mostrado especialmente cautelosos con la posibilidad de dar al traste con el acuerdo.
Esta misma semana también sorprendían las declaraciones de Marzie Afjam, portavoz de la Cancillería persa, recogidas por el canal de Irán en español, HispanTV, donde decía que “algunas explicaciones y palabras publicadas en la hoja de datos (Fact Sheet) de la Casa Blanca contradicen el texto del acuerdo, titulado ‘Plan de acción conjunto’”.
Además, desde Hizbolah, organización que es considerada por la Unión Europea, EEUU y otros muchos países como una organización terrorista, ya se han felicitado por este acuerdo, a la vez que halagan el “brillante” trabajo de la diplomacia iraní.
En ese sentido, no está de más recordar que Hizbulah es respaldado por Irán y Bashar Al-Assad en la cruenta guerra de Siria.
Los próximos seis meses serán determinantes para conocer cuáles son las intenciones reales de Irán y si verdaderamente está comprometido con el desmantelamiento de su arsenal nuclear.
Las acciones de los últimos días no son especialmente alentadoras y no queda claro qué cara es la que pretende enseñar el régimen de los ayatolás, si la que ofrece a los medios y a la comunidad internacional, o la que de puertas para adentro sigue haciendo gala de su temible arsenal militar.
Por Leah Soibel
Artículo publicado en Diario las Américas