Jesús Lozano, un mexicano curando ojos en Jerusalén

Hace más de cuarenta años empezó una relación fructífera entre oftalmólogos mexicanos e Israel, que es el país que más entrena a este tipo de médicos mexicanos, y Jesús Lozano, de Monterrey, cirujano oftalmólogo en el hospital de Hadasa en Jerusalén, ha tomado el testigo.

“Todo empezó en 1975”, cuenta el oftalmólogo Arturo Chayet. “Cuando mi padre, el doctor José Chayet, de Nuevo Laredo, México, rotó en el hospital Hadasa”, agregó.

Tras él, vino otro doctor a aprender, y otro, y otro y la historia de aprendizaje y ejercicio ha continuado hasta ahora. Es más, Chayet hijo señaló que el 10% de oftalmólogos en Monterrey se especializó en Israel. “Si un israelí tiene un problema de ojos en esa región y no habla español, hay muchas probabilidades de que le entiendan en hebreo”, agregó.

De la violencia de México con la guerra del narcotráfico me vine a la violencia de aquí, a Israel, porque aterricé durante la guerra de Gaza de 2014 sin saber exactamente qué pasaba”, rememoró el doctor Jesús Lozano, cirujano oftalmológico en el hospital universitario de Hadasa.

En aquella época eran lanzados contra Israel docenas de misiles desde Gaza a diario: “¡Sonaban como 25 alarmas antiaéreas en un día! Y si bien al principio me chocaba y me lo tomaba en serio, como había que bajar cuatro pisos para resguardarnos, al final ya ni bajaba. Me quedaba esperando a que el sistema de defensa israelí explotara los misiles en el aire, oía el ‘bum’ y seguía con la vida”.

La vida de Lozano es tratar los ojos de sus pacientes. Se especializó en retina quirúrgica con un médico mexicano que también había estudiado en Israel y cuando Lozano fue aceptado en Hadasa, sintió que iba “a la meca de la oftalmología”.

Venido de “los ranchitos de Monterrey”, Jesús, de 32 años, cuenta que su mamá es química y trabaja en un hospital y que desde chiquito la acompañaba, “probablemente porque no tenía con quién dejarme y si hacía falta ayudar, ahí estaba yo, y si había sangre, ahí andaba yo. La esperaba y andaba moviéndome en el hospital y ahí nació el gusto por la medicina”.

Pero también dice que si no fuera vocacional “me hubiera retirado hace mucho. No veo a mi familia, le dedico todo el tiempo al hospital, y los días que no viste a tu niño, no los vas a recuperar, te pierdes los primeros pasos, las primares palabras, te lo cuentan, te mandan un video, pero así es la vida del doctor que se dedica a la cirugía. Es lo que decidimos y contentos”.

Lozano señala que los beneficios son inmensos: “Sacar un metal del ojo de un niño de Gaza y que pueda ver, curar una infección de una mujer, curar un desprendimiento de retina de un hombre grande para evitar una ceguera, no hay satisfacción más grande que esa, aunque no conozcas a la gente y no la vuelvas a ver nunca”.

Israel y los israelíes

Lozano relata, como otros hispanos, que al principio los israelíes lo desconcertaban “porque hablan muy alto y como enojados, pero luego entendí que no es personal”.

Y también entendió que el acento mexicano es una ventaja en Israel: “Cuando los pacientes llevan mucho tiempo en la sala de espera y llegan exaltados a la consulta, al oírme el acento se relajan y se les va el enojo. A los israelíes les gustan los mexicanos”, sonríe.

El doctor contó que en el concurrido hospital de Jerusalén atiende a una clientela de lo más diversa: “Ultraortodoxos judíos, palestinos de Gaza y de Cisjordania, soldados, civiles… y veo cómo todos los médicos dan exactamente el mismo trato a todo el mundo, y eso, a decir verdad, me sorprendió, porque de fuera parece que en Israel todo es conflicto. Y no es así”.

Sus planes de vida incluían aprender y trabajar en Israel para regresar a México y construir allí su vida: “Pensaba en México todo el tiempo, en mi familia, mis amigos, la comida… Estaba acá, pero en realidad estaba allá”.

Lozano dijo que durante años tampoco estuvo implicado en la vida social israelí, ni tan interesado en lo que sucedía fuera del recinto hospitalario, hasta que su actual esposa apareció en su vida, una nutricionista israelí con quien tuvo su primera cita formal en un restaurante mexicano en Tel Aviv.

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