Por Leah Soibel
Estos días se están viendo unas curiosas imágenes en la frontera entre el Líbano y Siria. Los milicianos de la organización chií Hezbollah plantan banderas de este grupo, por cierto, considerado como terrorista por Estados Unidos y la Unión Europea, junto con las banderas del Líbano. Lo hacen en zonas hasta ahora bajo control de Al Nusra, una antigua filial de Al Qaeda en Siria, que han conseguido recuperar. Hezbollah ha librado una batalla contra los yihadistas sunitas de Al Qaeda y el Estado Islámico en Líbano, y participa activamente en la guerra en Siria con el apoyo explícito al régimen de Bashar al Asad. Lo cierto es que ha conseguido expulsar a estos grupos terroristas del Líbano, y ahora se esfuerza mucho en ofrecer una imagen de compromiso con el gobierno libanés y con la unidad del país. Por eso coloca su bandera junto con la del Líbano. Busca conseguir la legitimidad internacional que le exonere de su verdadera identidad: una organización terrorista. Y los riesgos son extensos.