La declaración este pasado viernes del presidente Barack Obama anunciando la intervención de los Estados Unidos en el conflicto sirio ha supuesto una liberación para Israel.
Los últimos acontecimientos, que apuntan al uso de armas químicas por parte del régimen de Bashar al-Assad, y que ha producido la friolera cifra de más de 300 muertos y cientos de heridos, han obligado tanto a Estados Unidos como a la ONU a posicionarse en este terrible y largo enfrentamiento, que atenta de manera despiadada contra los derechos más fundamentales de la ciudadanía siria.
La posición de Israel hasta la fecha ha sido la de mero observador, a pesar de los constantes ataques recibidos por parte de Irán y Hezbolah, que históricamente han abogado por la desaparición del estado judío. Sólo en este último año, Israel ha recibido alrededor de un centenar de ataques con cohetes, provenientes de Gaza, Líbano, Siria y Egipto.
Las revueltas árabes que comenzaron en el año 2011 han supuesto un gran desequilibrio en la zona, lo que ha provocado el alarmante aumento del terrorismo islámico en la región, de la mano de diversos grupos yihadistas pertenecientes a Al Qaeda. La consecuencia de esto ha sido el progresivo aislamiento de Israel en el Medio Oriente, como única isla de estabilidad.
La comparecencia del primer ministro Benjamin Netanyahu esta semana ahondaba en la idea de que Israel se debe mantener al margen del conflicto sirio, siempre que no se cruce una determinada línea roja, que pueda poner en peligro puntos estratégicos de Israel o Estados Unidos. En caso de que esta línea sea trasgredida, la respuesta del Gobierno debe ser y será inmediata. En ese sentido, cabe destacar el compromiso de Estados Unidos con Israel, consciente de la importancia de salvaguardar la seguridad tanto del propio estado de Israel como de sus ciudadanos.
En caso de que esta acción internacional provocase la caída de Al-Assad, el futuro sociopolítico de Siria tampoco parece mucho más tranquilizador para Israel.
La guerra sectaria que enfrenta a chiíes y suníes podría extenderse al resto de países de la zona, tal y como parece estar sucediendo en Líbano, lo que pondría en peligro la estabilidad no sólo de Israel, sino de todo Medio Oriente. Por ello, la importancia de colaborar mano a mano con la comunidad internacional en la búsqueda de una paz real y duradera, aunque eso supusiese poner fin a las tiranías dictatoriales que durante años se han asentado en la región.
Leah Soibel.
La autora es analista y experta en Medio Oriente y directora de Fuente Latina.
Artículo publicado en el Diario Las Américas (31/08/2013).
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