Podríamos titular este texto como “crónica de un acuerdo anunciado”, pues el pacto se iba a firmar de una forma u otra. Ya desde hace meses todo estaba dispuesto para la rúbrica y nada iba a impedirlo. El P5+1 no iba a abandonar la negociación sin lograr un acuerdo y los iraníes le tenían bien medido el aceite al presidente de Estados Unidos, Barack Obama. Sabían que anhelaba a toda costa dejar como uno de sus principales legados el acuerdo nuclear.
Irán no hizo concesiones reales. Únicamente aceptó esperar diez años para legalizar lo que lleva otros diez haciendo de manera ilegal, violando disposiciones y acuerdos. Por ahora, deberá desmantelar dos terceras partes de sus centrífugas y despachar al exterior el uranio enriquecido que nunca debió tener, de haber cumplido con el tratado de no proliferación. Su planta de agua pesada para obtener plutonio, que tampoco debió tener, será transformada para “fines pacíficos”.