Año tras año, el gobierno federal de Estados Unidos aporta 3.000 millones de dólares al funcionamiento de la Organización de Naciones Unidas y sus distintas agencias y proyectos. Esta es la contribución nacional más grande de todos los países miembros, ya que uno de cada cuatro dólares manejados por la ONU y sus estructuras paralelas tiene su origen en los fondos del Tesoro estadounidense.
Sin embargo, esta financiación está ahora en entredicho. Y es que, a raíz de la resolución contra Israel que ha adoptado el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, el Senado de Estados Unidos ha empezado a mover ficha, pensando en el comienzo de una nueva legislatura en la que la presidencia de Donald Trump está llamada a marcar un antes y un después en clave exterior.