En medio de la noche, los presos sirios son informados de que van a ser trasladados. Con los ojos vendados, son trasladados de sus celdas a los terrenos de la prisión de Saydnaya, al norte de la capital, Damasco. Nadie les dice lo que les espera. Probablemente la mayoría no sabe qué les va a pasar, hasta que sientan la soga alrededor de sus cuellos.
Un nuevo informe de Amnistía Internacional, “El matadero humano”, denuncia que este fue el destino de grupos de hasta 50 personas, dos veces por semana, en esa prisión siria. El grupo pro derechos humanos calcula que hasta 13.000 personas fueron ahorcadas en secreto en la prisión de Saydnaya.