Se mire como se mire, son malas noticias. Y eso, en un contexto tan dramático y cambiante como es el del Medio Oriente, preocupa. Hablo de la más que posible ruptura de las conversaciones de paz entre palestinos e israelíes, que debían llegar a un acuerdo marco a finales de este mes de abril, y que según van pasando las horas y se filtran más informaciones, parece menos probable.
De hecho, ya se barruntan posibles escenarios en caso de que las conversaciones fracasen y hasta el propio John Kerry, que se ha mostrado incansable durante todo el proceso, parece cada vez menos convencido de que un proyecto que casi se ha tornado personal pueda llegar a buen puerto.
La situación actual viene desencadenada por la negativa del gobierno de Benjamin Netanyahu de excarcelar a un grupo de presos palestinos –muchos de ellos con crímenes horrendos a sus espaldas-, que estaba previsto para el pasado 29 de marzo y que finalmente quedó en nada.
Ante esto, y a modo de represalia, los palestinos reanudaron los trámites para su adhesión a unas 15 agencias de la ONU, en lo que suponía otro grave quebrantamiento de los acuerdos establecidos entre ambos grupos durante el periodo de conversaciones.
Frente a este estado de las cosas, se filtra la noticia de que Estados Unidos podría estar barajando liberar al espía convicto Jonathan Pollard, a cambio de que Israel libere a la última tanda de presos que debían haber dejado las cárceles el pasado mes.
Según algunos medios, el mismísimo Netanyahu lo habría puesto como prerrogativa para salvar las conversaciones. Todo apunta a que esta liberación se produciría dentro de un nuevo plan, que incluye la excarcelación de presos políticos –entre los que se encontraría el dirigente de Al-Fatah, Marwan Berguti- y que prolongaría las conversaciones hasta el año 2015.
En ese sentido, no hay que olvidar que este sería el cuarto grupo de presos que libera Israel desde que comenzasen las negociaciones de paz. Si bien nadie duda de las intenciones de todos los actores en este conflicto, las dudas de una buena parte de la sociedad israelí se hacen sentir con gran elocuencia.
Como muchos ya se atreven a preguntar: ¿Qué pasaría si el Gobierno de EEUU libera a Pollard y fracasan las conversaciones de paz? ¿Quién se haría responsable si alguno de los presos que van a ser liberados cometen un nuevo acto de terrorismo?
Pocas certezas y muchas dudas en el horizonte más próximo. Esperemos que todos los esfuerzos hayan merecido la pena.
Artículo publicado por Leah Soibel en El Diario de las Américas