Credibilidad bajo mínimos

La pregunta es sencilla: ¿cómo se sentiría usted si la persona con la que está a punto de cerrar un trato le dijese una cosa a la cara y otra a las espaldas? ¿Qué pensaría de alguien así?

Querido lector, al igual que usted, así es como nos sentimos muchas personas con respecto al acuerdo cerrado por algunos países, EEUU entre ellos, con Irán.

El régimen de los ayatolás parece decir una cosa a la prensa y países occidentales, y otra muy distinta de puertas adentro. A pesar de algunas disonancias, Irán y las seis potencias –los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, más Alemania- alcanzaron este pasado domingo el citado acuerdo para comenzar a ejecutar el pacto sobre la limitación del programa nuclear iraní, lo que a priori sería una buena noticia sino fuese porque la constante verborrea de Irán ha terminado por despertar unas cuantas dudas en lo que concierne a sus intenciones reales.

Sin lugar a dudas, es la necesidad económica lo que ha llevado a Irán a aceptar este plan –no hay que olvidar que Teherán se enfrenta a graves problemas económicos debido en gran parte al embargo-, por mucho que se empeñe el líder supremo de Irán, el ayatolá Alí Khameneí, en negar la mayor.

De hecho, Khameneí ha señalado esta misma semana que su país “negociará con Satán”, en referencia a EEUU, negando que la imposición de sanciones internacionales haya sido lo que ha llevado a su país a la mesa del diálogo nuclear.

Si bien esto puede sonar, una vez más, a salida de pata de banco, refleja muy bien qué se esconde tras la imagen de sensatez y cooperación que ha mostrado Hassan Rohaní en los últimos meses.

Otro aspecto que hace aumentar las dudas sobre la actual posición del Gobierno iraní, son las constantes y graves amenazas contra Israel.

Esta misma semana el jefe de la Guardia Revolucionaria de Irán, Amir Ali Hajizadeh, filtraba a la prensa internacional que Hezbolá habría mejorado notablemente su capacidad armamentística, disponiendo actualmente de misiles que podrían impactar en cualquier parte de Israel. Ninguna broma a tenor de pasadas experiencias.

Otro atenuante poco tranquilizador es la serie de alianzas que Irán está tejiendo con ciertos países de América Latina, cuyos gobiernos no han demostrado ser precisamente democráticos.

Esta semana se anunciaba la gira del vicecanciller iraní por Bolivia, Cuba y Venezuela, lo que sumado a las declaraciones de Evo Morales informando que Bolivia tendría en poco tiempo su propia energía nuclear, hacen levantar las sospechas sobre qué es lo que verdaderamente está buscando Irán.

Y eso sin contar con el supuesto aumento de células terroristas vinculadas con Hezbolá en estos territorios, algo en lo que invariablemente tendría mucho que ver Teherán.

Todo esto y un sinfín de despropósitos más es lo que hace que la credibilidad de Irán esté bajo mínimos. Sin embargo, sólo nos queda esperar y desear que, una vez más, estemos equivocados ante lo que parece un grave error de cálculo por parte de las potencias mundiales.

Por Leah Soibel, analista y Directora de Fuente Latina.

Artículo aparecido en el Diario Las Américas.

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