Matías Sigal, nacido en Buenos Aires, pero afincado en Tel Aviv, trabaja en Eco Wave Power, una startup israelí dedicada a extraer energía de las olas de los mares.
“La energía de olas tiene un enorme futuro: primero, porque es muy abundante, ¡mira todos los mares del planeta! Y con ella se puede generar hasta dos veces la energía que el mundo produce actualmente. Además, en sitios adecuados, se puede producir energía las veinticuatro horas del día todos los días del año”, explica Sigal, entusiasta del mar por muchos motivos.
Se sabe que, modificando la producción de energía, usando el sol, el viento o las olas, y haciéndola más renovable, se han transformado sociedades, por ejemplo, al haber dado acceso a electricidad a más personas que antes no lo tenían. Además, este tipo de tecnologías reducen significativamente las emisiones de carbono negativas, detalla.
Asesino silencioso
La Organización Mundial de la Salud (OMS) señala que 9 de cada diez personas respiran aire con altos niveles de contaminación. Y ofrece la escalofriante cifra de 7 millones de personas muertas cada año por exposición al aire contaminado.
Es más, la OMS señalaba en un informe reciente que 4.2 millones de personas morían por polución ambiental en el mundo en el año 2016 y otros 3.8 millones lo hacían por polución doméstica, esto es, por cocinar con combustibles y tecnologías contaminantes, en ese mismo año.
“Todos los datos indican que el planeta necesita un cambio, que la actividad humana debería ser más sostenible y más inteligente para que el mundo progrese, y evitar potenciales catástrofes”, indica Sigal.
La empresa para la que trabaja forma parte del esfuerzo mundial por cambiar las cosas: Eco Wave Power convierte la energía de las olas cercanas a la costa en energía renovable. “La empresa tiene 17 patentes y patentes pendientes protegiendo su tecnología y, a pesar de que hay otras compañías que se dedican a lo mismo, la gran diferencia es que ellas ubican sus sistemas en alta mar, buscando olas de mayor altura, y por estar en offshore, son más caras, y esas olas grandes, digamos, de 20 metros, son susceptibles de destruir el equipo. Eso pasa a menudo…”
La novedad: tecnología marítima en tierra
Este apasionado por la innovación y las startups, que estudió ingeniería industrial y aterrizó en Israel, considerado el país de las empresas emergentes, explica que la compañía para la que trabaja tiene como ventaja que el equipo está instalado en tierra firme.
“Instalamos flotadores, que son como pequeños botes, en estructuras marinas existentes, rompeolas, por ejemplo, y ellos absorben la energía de las olas. Los flotadores son estructuras de acero que suben y bajan con la ola, generando presión que es convertida por el sistema hidráulico ubicado en tierra en electricidad limpia”, detalla.
“El flotador es lo único que está en el agua, todo el resto del equipo en tierra, y eso lo hace rentable”, agrega.
En estos momentos ellos operan la única planta de energía de olas en el mundo conectada a la red eléctrica, y eso ocurre en Gibraltar. Parte de su trabajo es liderar el desarrollo de nuevos proyectos, algo que está realizando ya en Australia, Nueva Zelanda, Norte América, Latinoamérica, Portugal, España, Holanda, África y algunos países de Asia.
“En Tel Aviv se está avanzando en un proyecto que estará conectado a la red eléctrica y entrará en uso para la población pronto”, anuncia.“
Transición energética
Vamos hacia una transición energética, hacia reemplazar los combustibles fósiles por energía limpia. Y para eso se necesitan distintas fuentes de energía renovable, la energía solar sola no puede, porque también necesitamos energía de noche, lo ideal es una mezcla, energía de las olas, eólica, hidráulica, geotérmica y solar, entre otras, combinado con tecnologías de almacenamiento. No es la única solución, pero va a ser sin duda una parte importante del mix de energías renovables para lograr esa transición energética”, según Sigal.
Y si bien señala que en los últimos 20 años la temperatura planetaria ha ido en aumento y la tierra da señales de cansancio y hartazgo, es optimista porque cada vez hay más proyectos de energía renovable y más inversiones en el sector.
“La pregunta no es si habrá tal transición, sino cuánto tiempo tardará”, dice.
“Latinoamérica es una región con un potencial gigante para la energía de las olas y hay miles de kilómetros de costa de Pacífico y Atlántico, es un mercado ideal, hay muchos puertos y estructuras resistentes para colocar los equipos, estamos viendo allí también movimientos hacia energías renovables”, señala.
“Mi pasión, mi propósito es hacer un impacto positivo en el medio ambiente”, dice Sigal, quien dejó de comer carne, ha comenzado a hacer compost en su casa y esta misma mañana, a las 6 am, estuvo surfeando en la costa de Tel Aviv. A pesar del frío.
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