El líder de los Hermanos Musulmanes, Mohammed Badie, y otros 682 presuntos islamistas favorables al derrocado presidente Mohammed Morsi fueron condenados a muerte el lunes por un tribunal egipcio.
El juicio se abrió por un ataque perpetrado contra una comisaría en 2013, lo que se transformó en el mayor proceso multitudinario celebrado en el país. El tribunal de la provincia de Minia conmutó también la pena de muerte impuesta en marzo a 492 acusados por cadena perpetua y ratificó la pena capital para los otros 37.
El “delito” por el que han sido condenados a pena capital casi 700 personas fue la muerte de un agente de la policía, durante los disturbios que tuvieron lugar en agosto en la localidad de Adua. Los hechos ocurrieron en venganza por el brutal desalojo por parte de la policía de un campamento de opositores islamistas al derrocamiento del presidente Mohamed Mursi, que se saldó con la muerte de centenares de personas.
Esas sentencias tienen, en cualquier caso, pocas posibilidades de ser confirmadas en apelación, ya que, según la opinión unánime de los expertos, el juez no respetó el procedimiento judicial ni los derechos de la defensa.
El mismo día, un tribunal de El Cairo prohibió además el Movimiento del 6 de Abril, el principal grupo de jóvenes que encabezó la revuelta contra el derrocado dictador Hosni Mubarak en 2011.
Respecto a la condena de los “hermanos musulmanes”, en ausencia de los acusados, la corte ordenó remitir los expedientes de 683 islamistas al muftí del país, lo que según el sistema judicial egipcio significa que han sido condenados a muerte provisionalmente, hasta que se dicte el fallo definitivo el próximo 21 de junio.
Varias mujeres que esperaban el veredicto en las afueras del tribunal, rodeado por fuezas policiales, se desmayaron cuando conocieron la sentencia. Antes del veredicto varias personas habían dicho que sus familiares no tenían nada que ver con las manifestaciones de Minia y en las cuales murió un policía que resistió al ataque de una comisaría.
Tanto dentro como fuera del país ha habido reacciones de condena a las sentencias. Fuentes gubernamentales de Estados Unidos señalaron que la decisión desafía las normas más elementales de la justicia internacional.
El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, consideró que las condenas a muerte pronunciadas en Egipto “parecen claramente no respetar las reglas de base del proceso justo”. Ki-moon está “preocupado” por estas sentencias que “son susceptibles de perjudicar las perspectivas de estabilidad a largo plazo de Egipto”.