Lo más conmovedor frente a quince Premios Nobel sentados alrededor de una pequeña mesa ovalada en la Universidad Hebrea de Jerusalén, además de su extrema sencillez, es que los entusiasma las mismas preguntas y cuestiones de cualquier mortal. Se ríen, tienen hambre, bostezan y hacen chistes. Esto no sólo los acerca y humaniza, sino que también dispara la fantasía de que al fin de cuentas cualquiera de nosotros puede ser uno de ellos. Pero no, ellos son únicos.
Estos cerebros notables cambiaron la vida de todos nosotros en los últimos veinte años. El máximo galardón de origen sueco en diversas disciplinas científicas como Química, Física, Matemática, Medicina y Economía, entre otras, este grupo lo recibió entre 1996 y 2010.