La coalición chií Estado de Derecho, liderada por el primer ministro, Nuri al Maliki, ha ganado las elecciones parlamentarias en Irak, con 92 escaños de los 328 que tiene la cámara, por lo que no ha conseguido la mayoría absoluta, según los resultados definitivos anunciados este lunes 19 de mayo por la Comisión Electoral.
Le envergadura de la victoria de Maliki, con 1,74 millones de votos sólo en Bagdad, hará más difícil para cualquiera de sus oponentes argumentar que no es la opción de la mayoría chiíta del país.
Los resultados suponen un revés para sus rivales chiíes, suníes y kurdos, que buscaban que no alcanzara un tercer mandato.
Sus detractores le acusan de tener una deriva autoritaria y de fracasar en su intento de frenar la violencia que ha dejado por el momento más de 3.500 muertos en 2014.
Se encamina, pues, hacia un tercer mandato tras haber forjado su trayectoria política en la oposición a Sadam Husein.
Líder del partido Al Daua (Predicación), grupo chií de resistencia clandestina contra el liderazgo de Sadam y su partido Baaz, nació en Abu Garaq, una pequeña población cerca de Hilla, en el sur iraquí, en 1950, y estudió literatura árabe en la Universidad de Bagdad.
Sentenciado a muerte, como tantos otros líderes opositores, se vio obligado a huir durante los años ochenta del pasado siglo de su país y a refugiarse en Irán y Siria, donde contribuyó a la creación de una gran coalición de partidos políticos iraquíes de oposición.
De vuelta a Irak, tras la caída de Sadam en abril de 2003, participó activamente en el proceso de reconstrucción del país.
Como tal, fue miembro del comité establecido por EEUU encargado de eliminar el legado del partido Baaz, y vicepresidente de la Comisión que redactó el borrador de la nueva Constitución iraquí, aprobada en agosto de 2005.
El analista político iraquí Rayi al Bayati explicó que todavía es “prematuro” saber quién gobernará Irak, ya que las negociaciones ni siquiera han empezado. Sin embargo, se refirió a la posibilidad de que ciertos grupos kurdos apoyen a Al Maliki en función de las contrapartidas que este les ofrezca, al tiempo que otros como los de Al Sadr o Al Hakim podrían reclamar el cargo de primer ministro a cambio de respaldo político.