El año 2017 fue para el Estado Islámico el del colapso de su “califato” tras cruentos combates en Siria e Irak, países que sin embargo tienen peligrosos desafíos con ciudades en ruinas y una persistente amenaza extremista.
Tres años después de su meteórico avance y conquista de un territorio tan grande como Italia, el grupo yihadista ultrarradical fue derrotado en Irak y se encuentra acorralado en la vecina Siria.
A merced de un diluvio de bombas de Estados Unidos y Rusia, los yihadistas perdieron en 2017 sus “capitales” Mosul, en Irak, y Raqa, en Siria.